martes, 3 de abril de 2012

LA PALMA DE LA MANO

Hace años, no se me habría ocurrido pensar que mirándonos las manos pudiéramos llegar a reírnos.
De niño, recuerdo que cada vez que me las miraba con atención era porque, o me había golpeado con una piedra al aplastar una chapa de un botellín de refresco hasta que quedaba plana, o porque las tenía sucias cuando en los días lluviosos y nublados cogía barro para hacer alguna figura a la que añadía algún trozo de vidrio o algún trozo de palo y después observaba como se iba secando y desprendiendo en la palma de mi mano una fina capa de barro, era una sensación única, pero nunca éstas cosas me hicieron reír.
Ahora sí, ahora veo como la gente que va por la calle o va sentada sobre el asiento del metro o del bus, se mira las manos con atención y se ríe. Y no son pocos.
Aunque también es cierto que hay quien se pone triste o se queda pensativo.
Otros, pasan su dedo índice de cualquiera de las dos manos por la palma de la otra como quien pasa la página de un libro y además le enseña la palma de la mano a la persona que lleva a su lado para acabar riéndose las dos o simplemente mirándola y comentando algo con mucha atención. Esto último, es también un recuerdo de mi niñez cuando iba con mi madre al mercado y algunas veces veíamos a la entrada  a una señora con la mano de otra cogida sobre la suya, yo preguntaba, y mi madre me contestaba que le estaban adivinando el porvenir y la suerte que iba a tener. Aquello me parecía magia.
Incluso, aunque esto es en menor medida, otros estando sin compañía se quedan un buen rato hablando, no se con quien, pero ponen su mano pegada a una de sus orejas y cuando dejan de hablar siguen mirando su mano.
De niño también recuerdo haber visto a algunos hablando solos mientras caminaban pero no los recuerdo con la mano sobre la oreja.
Es algo muy curioso, aunque he oído decir que no es exactamente la palma de sus manos lo que miran y tocan, sino unas cajitas de plástico, algunas con teclas y otras sin ellas, pero todas emiten luz de colores a través de una ventanita.
No sé si ir al oculista o es que no entiendo nada.
Los niños, lo ven y lo entienden todo. Llevan la magia dentro.


                                                                         John Hunter

No hay comentarios: